Hay dos cuestiones alrededor del ñandú, que Adriana Miranda
pone en foco, para discutir un mito y afirmar otro.
El ñandú – rectifica este retrato – no esconde la cabeza
nunca. Ese mito sería un modo de sugerir que la tradición pampeana y patagónica
(o latinoamericana) está fundada sobre la cobardía. El avestruz americano es un
observador implacable y atento, un testigo (y no un botón) de la tradición.
Adriana Miranda corrige entonces el dato falso, al mismo tiempo que resalta al
ave con cierto señorío.
Entre las ñandúes macho es costumbre defender lo propio a
pechadas, y esta sería otra prueba que contradice de plano el falso rumor que
echaron a rodar los enemigos de la patria.
La segunda cuestión que aparece cuando se habla de
avestruces es que el poder digestivo de estas aves no tiene rival. El refranero
popular habla, para referirse a un buche a toda prueba, de un estómago de
avestruz. Este punto ni Adriana Miranda se atreve a ponerlo en duda, porque
para tragarse estos quinientos años hay que tener un estómago de ñandú.
Fabián Lebenglik, La Conquista-500 Años, Catálogo, Bs. As., Argentina, 1992.
Fabián Lebenglik, La Conquista-500 Años, Catálogo, Bs. As., Argentina, 1992.
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